Julián dijo que nos encontráramos en su casa a las seis de la tarde, dos horas antes de su fiesta de cumpleaños. Traje todo lo que me pidió: una cuerda, bates de béisbol, una batería de automóvil, cables, un machete, un saco... todo. Llego puntual y él ya me espera en el pórtico de su casa. Estaciono mi coche en su cochera y lo veo observándome con una cara de fastidio que no es nada rara en él. Me bajo y le hago una seña para que venga hasta donde estoy. Se pone de pie y camina como si no tuviera prisa alguna. Al llegar, me extiende la mano y pregunta si todo salió bien. Ha salido bien, lo sabe, por eso sonríe como una hiena. Me pide que abra la cajuela para revisar todo lo que compré. "Está todo lo de la lista, ¿crees que soy estúpido?" Siguió sonriendo con esa asquerosa expresión y me invitó a pasar a su casa. Los muebles de la sala habían sido movidos a otra habitación, en su lugar había largas mesas blancas con diversas bebidas y bocadillos; al fondo de la sala había un espacio preparado para el Dj. Así de mamona estaba toda la cosa. Julián va a la cocina, dejándome en la sala en lo que él atiende unos asuntos con la ayuda. En todas las paredes hay fotos familiares. En casi todas ellas aparece Julián como un teto, usando chalequitos de tonos claros y sonrisa de bobo.
Me llama para que vayamos al estudio de su padre a prepararnos un whisky. "Ya sabes cómo son los viejos de aburridos, tuve que comprar todo el alcohol por mi cuenta. El viejo teme que le vomiten su casa y no me soltó ni una botella de las suyas", me dice. Entramos al estudio de su papá y me muestra su colección de armas. "Ninguna está cargada", dijo con pesadumbre. Me sirvió un whisky solo y pidió hacer un brindis: "¡Por que esta noche sea inolvidable!" Nos sirvió otro trago y dijo que tenía que ir a la cocina para ver si ya habían traído el alcohol que encargó. Me quedé de pie frente al librero, observando los distintos títulos que posee el papá de Julián. La mayoría son de arquitectura, pero también hay novelas de las cuales nunca había escuchado. Julián regresa con una jeta de fastidio que me hizo saber que el alcohol aún no llegaba. "Así no puedo trabajar, hermano." Nos sirve otra ronda y nos vamos a su habitación. Julián tiene su cuarto aparte del resto de la casa. Su cuarto, que está en el patio trasero, cuenta con baño y cocina propia.
Estuvimos fumando marihuana el resto de la tarde hasta que alguien toca a la puerta y le informa a Julián que ya llegó el Dj y los primeros invitados. "Mamadas... vamos a la sala, Ramón. Te presentaré a unas viejas." Cuando entramos a la sala vimos sólo hay un par de chavas, amigas de Julián. Lo saludan con abrazos y besos en las mejillas. "¡Qué tengas un lindo cumpleaños, amigo!", dicen al unísono. Quiero vomitar, pero luego se voltean hacia mí, preguntando mi nombre. "Ramón Esquivel", responde Julián, y el par me saluda como si lleváramos años de conocernos. "¡Hola, Ramón! ¿Ibas con nosotros en la prepa, verdad? ¿Cómo has estado?" Antes de poder responder, se voltean hacia Julián y lo comienzan a atacar preguntando si Ernesto vendrá a la fiesta, porque una de ellas, María, rompió con él y qué oso encontrárselo con su nueva novia. Julián se libera de ellas diciendo que tiene que ver si el Dj ya ha llegado. Yo lo sigo a la cocina, temeroso de tener que platicar con ese par de lunáticas snobs. "¿Ya viste con qué clase de idiotas me las tengo que ver? Vamos a mi cuarto de nuevo, no quiero estar ahí para saludar a cada pendejo que vaya llegando."
"Güey, ¿ya sabes cómo es que lo vamos a hacer?" Pregunté.
"Tú tranquilo, yo nervioso, papá. Te dije que lo tengo todo planeado."
"¿Y no estás nervioso?"
"Nervioso no, emocionado sí. Eso es... estoy emocionado. Sabía que este día llegaría, y ahora que nos encontramos a horas de hacerlo, no puedo más que sentirme feliz. Casi realizado. ¿No lo sientes? El poder que se acumula en tus extremidades esperando ser liberado. Es como un orgasmo. ¿Lo sientes?"
"No es lo que yo llamaría un orgasmo. Tengo nervios. No veo por qué estás tan tranquilo. Yo no podría estarlo. Seguro que tú sí estás loco."
Nos miramos a los ojos y nos partimos de risa. Tan sólo unos meses atrás Julián y yo nos conocimos y ahora somos grandes amigos. Jamás pensé llegar a encontrar a alguien que le gustaran las mismas cosas que a mí, que fantaseara con las mismas cosas que yo. Le pone más marihuana a la pipa y fumamos nuevamente. "Ya verás la presa que cazaremos, hermanito."
La primera vez que platiqué con alguien sobre secuestrar a una mujer y someterla a una terrible tortura, fue a Julián. Lo dije sólo como una broma: "¡Vamos a matar putas!" El celebró la idea aumentándola de nivel: "¡Estrangulemos y cortémosle los senos a una puta!". Yo continué: "¡Cortémosle los senos y descuarticemos a una puta!" Sobra decir que el resto de nuestros amigos se mostraron incómodos con nuestro tono. Para mí fue como si algo hubiera cambiado. Más tarde, durante esa fiesta, salí de la casa a fumar un cigarrillo y me encontré a Julián recargado en uno de los automóviles a la entrada. Me contó que no había conocido a alguien que tuviera un humor parecido al suyo. Me confesó que él había fantaseado con matar a alguien en más de una ocasión. El deseo febril que traería el homicidio era algo que le hacía hervir la sangre. Yo también había fantaseado con asesinar a una persona con anterioridad, pero nunca había encontrado con quién hablar de ello, o a alguien que también quisiera hacerlo. Al día siguiente fuimos a un bar a discutir todo aquello que nos pasaba por la cabeza desde la adolescencia. Me dio mucho gusto saber que no me encontraba solo. Que había alguien más que como yo, lo único que quería era llevar a cabo sus sádicos deseos.
"Espera a que lleguen las sabrosuras que invité a la fiesta. No podrás decidirte entre una u otra. Recuerda que sólo podremos llevarnos a una, así que elige bien, hermano, porque esta noche es para pasárnosla genial."
"Sé que sólo podremos llevarnos una, pero espero que no todas sean como esas pendejas de hace rato."
"No lo serán. Y esas pendejas, como las llamaste, son las hijas del gobernador, así que ellas quedan fuera del plan, no queremos llamar mucho la atención. Pensaba más en una chica como Nora Jiménez. ¡Esa sí que es una lindura!"
"Ya te dije que no me hables de ellas como si las conociera. Tú sólo señala a las participantes y yo elegiré a la campeona."
Repasamos el plan una vez más antes de regresar a la casa: yo elegiré a la chica a la que secuestraremos. Julián la separará del resto de la fiesta y la llevará al patio trasero, cerca del pasillo que lleva a la cochera en la parte lateral de la casa. Yo, que estaré esperando tras los árboles, saldré de la sombras y la golpearé con un bate en la cabeza, dejándola inconsciente. Julián regresará a la fiesta como si nada hubiera pasado, mientras yo llevo a la chica a una casa abandonada propiedad de la familia de Julián, camino al mirador. Allí la amarraré, la amordazaré y la encerraré en una habitación en el segundo piso. Incluso si despertara antes de que nosotros regresemos a jugar con ella, nadie la escuchará gritar, nadie podrá ayudarla. No tendrá modo alguno de escapar. Después regresaré a la fiesta y me embriagaré de lo lindo en compañía de Julián y sus amigos. Aunque alguien lo llegara a ver con la chica que secuestraremos, él nunca se iría de la casa. Nadie sospechará de Julián porque estará todo el tiempo en la fiesta. Los invitados darían constancia de su presencia. Tenemos la coartada perfecta.
Tocan a la puerta de su cuarto para avisarle que ya llegó el alcohol que pidió y que sus invitados preguntan por él. "Bueno, lo mejor será que regresemos a la casa. No olvides el plan y todo saldrá a la perfección, hermano." Nos damos un abrazo y salimos en dirección a la sala. Hoy será una noche espectacular.